jueves, 6 de enero de 2011

Berlín me atrapa.

Tras unos días en Barcelona voy de vuelta a Berlín, esperando retomar las aventuras pasadas y reencontrarme con Sol, que vuelve también después de hacer una ruta por Europa del Este. Esta vez. sin embargo, voy en avión.
Llego y para el hostal. ¿Seguirán todos allí? ¡Sí! Todo sigue igual y Sol ¡acaba de llegar! Esa misma noche nos juntamos todos, salimos y vamos al lugar de siempre (porque a pesar de los pocos días que estuve en Berlín la primera vez, ya tenía "el lugar de siempre"), el Supamolly!
Y allí conocí a Garrett, el chico de Phoenix que empezó su viaje por Europa con el propósito de encontrar inspiración para escribir sus novelas... Me encantó. Y se marchó, y Sol también, porque como todo, cuando viajas, está pero no está. 

Y los días pasaron y Berlín nos ofrecía algo nuevo día tras días.
Me gusta ir al Mauer park los domingos donde me compré un bolso y un jersey por 1 euro cada uno. Ir a recorrer las calles de Kreuzberg disfrutando  viendo los graffiti, stencil y stickers que hay por todas partes y rebuscando en las tiendas de ropa de segunda mano. Encontrarme por la calle a  unas chicas que están en Berlín investigando sobre la historia del graffiti y acudir a su exposición de fotógrafos finlandeses. Ir a los conciertos en los bares que simpre parecen clandestinos. Descubrir una fiesta techno inesperada dentro de un vagón del tren al que alguien ha traido un altavoz metido dentro de un carrito de bebé del que cuelga una bola de discoteca. Y el arte, por todas partes, arte.
Sí, todo esto tiene Berlín, y atrapa al que llega y lo descubre por casualidad.



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