Después de Bosnia tuve que volver a Barcelona, pues este sólo fue un vieja corto, aún intentando decidir entre India y Argentina, pero al cabo de dos días un amigo argentino al que había conocido en sus vacaciones en Barcelona, justo antes de irme a Croacia, me invitó a pasar unos días en su casa, en Oslo, y esa misma noche cogí el avión. (Toda una "experiencia", esto de Ryanair... la primera vez no te lo crees...)
Con este amigo, Noi, que por cierto, fue quien me rebautizó (sí, él me dio el nombre de Cata), decidimos ir haciendo autoestop hacia el norte de Noruega. La verdad tuvimos suerte y nos paró un chico con el que fuimos 7 horas, hasta llegar a nuestro primer destino, Tronheim. Allí nos esperaban Ine y Hakon, una pareja que nos iban a acoger en su casa. ¡Qué casa! llena de posters de heavy metal, cuchillos, calaveras... me encantó ir a parar allí pues si no hubiera sido de este modo, quizá nunca hubiera conocido a Ine y a su novio, dos vikingos ¡auténticos! :)
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Hakon y cuchillo... |
En su casa estuvimos un par de días, nos llevaron al bar del pueblo, al barrio swartlemon donde se podía ver asomar tímidamente algún graffiti o más bien, pintada correcta y formal, fuimos en bici al super bajo la lluvia y nos sentamos a comer en el suelo del supermercado ante la mirada atónita y de desaprobación de todo el que pasaba... en fin, en Noruega todo lo que pueda sonar a "pobre" está mal visto...
Fue divertido conocer a Hakon y a Ine pero ya se sabe que las visitas, después de dos días ya son un engorro así que cogimos las mochilas, y nos fuimos para ¡Oppdal!
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El papel de la pared... |
A punto para hacer autoestop hacia Oppdal y cerca de la parada del bus, donde parecía un buen lugar para que algún coche nos parase, se nos acerca una chica para decirnos que por qué hacíamos dedo, que mejor cogiéramos el autobús. Y nosotros la agarramos del brazo y la convencimos para que se uniera a nosotros en la búsqueda de un coche. En menos de cinco minutos nos paró un hombre, un señor super interesante, que nos habló de su trabajo en África, y yo escuchaba atentamente mientras la chica que había subido con nosotros interrumpía para decirme que necesitaba ponerse mucha crema hidratante porque tenía la piel seca... :(
Pues bien, Nicolina creo que se llamaba, tan eufórica por haber hecho autostop por primera vez en su vida, nos invitó a cenar ya dormir a su casa... bien, ¿no? sí, sí, lo parecía hasta que a media noche nos despierta llorando diciendo que ha tenido una pesadilla y que ¡¡nos tenemos que ir!! En medio de la noche en un pueblucho de cuatro casas rodeado de montañas nevadas... Pero yo estaba tan feliz haciendo este viaje que me dio la risa por la situación incluso, y sí, nos fuimos. Solución propuesta por Noi: ir a la estación. Y ya me imaginé un lugar frío, sucio, lleno de gente dispuesta a robarme la harapienta mochila, pero... Noruega no deja de sorprenderte; la estación era una mansión, con la calefacción a tope, ventanas con doble cristal, sofás, un lavabo impecable, hasta cuadros en las paredes, de repente teníamos una casa de campo. Ah, y ¡qué vistas! Espectaculares. Y por si fuera poco, por la mañana llegó una señora a limpiarnos la casa. La estación nos gustó tanto que decidimos quedarnos dos noches.
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Nuestra casa de campo en Oppdal.
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Posdata: aunque Noruega es muy bonito y os lo recomiendo, y aunque las noches que pasé allí nunca me costaron ni un céntimo pues estuve en casa de mi amigo en Oslo, en casa de Ine y Hakon en Tronheim y en la estación en Oppdal, y aunque en transporte tampoco gasté nada pues los recorridos los hicimos en autoestop, debo decir que durante esa estancia me gasté un dineral en NADA. ¡Noruega es el lugar Más Caro que conozco! Ahí queda esto.