"No se trata tanto de viajar como de irse", escribió Mauricio Wiesenthal.
Nunca hubiera podido encontrar una frase tan perfecta, a pesar de haberme sentido tantas veces así.
No se trata de ver, de conocer, de visitar... Se trata simplemente de ser libre para irse. Y de irse solo, además, pues solo significa "libre".
Tanto tiempo he pasado sola... He estado sola en cualquier lugar pues el lugar no importa, importa aquello que sucede en él. Y son miles las cosas que suceden cuando vas de aquí para allá, ya que cada día es diferente, cada día encuentras a nueva gente, gente que también viene y que también se va. Gente como tú, relajada, curiosa, expectante... Gente extranjera, en definitiva.
Pero ese ir y venir, esas incesantes conversaciones, la intensidad de esos encuentros... pueden llegar a ser agotadores, a veces.
Y es entonces cuando sientes la necesidad de descansar un momento, de encontrar un rincón en el que poder desaparecer por un tiempo. Necesitas huir de tanta aventura, alimento indispensable para el que constantemente viene y va.
Pero qué distinto es cuando tú ya no vas.
Pero qué distinto es cuando tú ya no vas.